
5 lecciones de El cuento de la criada sobre contacto cero y trauma
Alerta spoiler si no has visto la serie.
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¿Y si te dijera que el contacto cero no siempre libera?
Que puedes dejar de ver a alguien, bloquearle en todas partes y aun así… seguir atrapada.
Eso le pasa a June en El cuento de la criada. Ella logra escapar físicamente de Gilead, pero la verdadera cárcel no estaba fuera: estaba dentro de su cabeza.
Y suele pasar lo mismo si has vivido una relación tóxica.
1. Cuando el enemigo no está fuera, sino dentro de ti
En El cuento de la criada, June intenta separarse de Gilead, pero no puede.
Cada vez que cree que ha dado un paso hacia la liberación, algo la vuelve a conectar con ese pasado lleno de abusos, miedo y dolor.
El contacto cero, en este caso, se convierte en una ilusión de control. June busca cortar su vínculo con lo que representa Gilead, pero se da cuenta de que es mucho más complicado.
Esto demuestra que el contacto cero no es suficiente si no abordas el daño interno.
¿Cómo cortar el contacto cuando la verdadera prisión está en tu mente?
2. El trauma no desaparece con un bloqueo
Aunque June intenta usar el contacto cero para sanar, es evidente que el aislamiento no siempre es la respuesta. La constante lucha interna que enfrenta demuestra que el trauma no se elimina con la distancia física.
June sufre flashbacks, disociación, pesadillas… el cuerpo sigue en guerra aunque ya no haya guerra fuera.
En muchos casos, cuando nos enfrentamos a una ruptura o a un trauma, creemos que cortar todo contacto con la fuente de ese dolor será la solución. Sin embargo, como June en El cuento de la criada, podemos descubrir que el verdadero desafío está en aprender a soltar de manera interna, no solo física.
El cuerpo tiene memoria, y esa memoria necesita ser trabajada con paciencia y cuidado para poder sanar.
El contacto cero puede ser un paso, pero no es mágico. Si la herida sigue abierta, el dolor continuará.
3. Cuando intentan convencerte de que “ya está”, pero tú sabes que nada está bien
Cuando June escapa, todo el mundo espera que esté “mejor”. Al fin y al cabo, ya está a salvo físicamente. ¿No debería sentirse libre?
Pero nadie ve lo que pasa por dentro. Y esto le ocurre a muchas mujeres: sus amigas, su familia o incluso un terapeuta poco formado les dice “ya deberías estar bien”, “ya pasó”.
Esa presión por pasar página, cuando el trauma aún está vivo, hace más daño. Como si no poder sanar rápido fuera un fallo tuyo.
Pero no lo es. Es lo que pasa cuando el dolor es profundo y la herida sigue abierta, aunque por fuera ya no haya sangre.
Lo importante es encontrar espacios donde se valide tu proceso, sin prisas ni juicios.
4. La obsesión como secuela
Al igual que June, que constantemente revive su dolor a través de su conexión con Gilead, muchas personas que aplican el contacto cero terminan atrapadas en la obsesión y el sufrimiento.
A veces la obsesión viene en forma de preguntas sin respuesta: “¿por qué me hizo esto?”, “¿le hará lo mismo a otra?”, “¿me recuerda?”.
Otras veces es la necesidad de justicia: de que él pague, de que alguien lo desenmascare. Como June, que no solo quiere irse de Gilead… quiere destruirlo.
Este deseo es natural sentirlo. Es parte del proceso. Pero quedarse ahí te atrapa.
Dejar de vivir en función del otro, aunque sea a través del dolor, es un acto de valentía y liberación.
5. Sanar no es olvidar: es recuperar tu propia voz
June no olvida. No se desconecta del todo. Pero poco a poco empieza a usar su voz, a tomar decisiones, a cuidar de sí misma y de otras mujeres.
June no olvida. No se desconecta del todo.
Pero un día, en medio de todo el caos, empieza a hablar.
A decir su verdad. A no callarse más.
Y ese día, algo cambia.
No se trata de que todo mejore de golpe. Se trata de que, por fin, vuelve a elegir.
Sanar es aprender a escucharte de nuevo y poner tu energía en lo que quieres construir.
Ejercicio práctico: Enfrentando Gilead dentro de ti
- Haz una lista de las emociones que sigues guardando: Piensa en lo que sientes cuando piensas en tu ex o en la situación dolorosa.
Escribe todas las emociones que surgen: rabia, tristeza, miedo, culpa… lo que sea.
- Crea un “Gilead emocional”: Imagínate que tu mente es un lugar lleno de recuerdos y emociones relacionadas con tu ex. ¿Qué controla tu mente como lo hace Gilead con June? ¿El resentimiento? ¿La necesidad de justicia? ¿La obsesión por lo que fue? Dibuja este espacio si es necesario.
- Liberación interna: Ahora, piensa en un espacio de sanación. Crea en tu mente un lugar donde puedas dejar ir estas emociones. Escribe actividades, personas o momentos que te den paz. Empieza a priorizarlos en tu día a día.
- Suelta la historia: Reflexiona sobre el poder que tu historia de sufrimiento tiene sobre ti. ¿Qué pasaría si dejas de contarla constantemente? ¿Qué sucedería si decidieras escribir una nueva historia de sanación?
Y recuerda: no se trata de eliminar todos tus pensamientos, ni de hacer como si nada hubiera pasado.
Se trata de reconocer lo que hay, entenderlo y elegir no vivir más desde ahí.
Tu historia no termina en la herida. Empieza en lo que haces con ella.
Para sanar de verdad, hay que liberar la mente y el corazón, no solo el cuerpo. El contacto cero puede ser un paso en el proceso, pero el verdadero trabajo se realiza cuando se enfrenta el dolor y se empieza a reconstruir desde dentro. Si June pudo encontrar fuerza para luchar, incluso en las circunstancias más extremas, también podemos encontrar la fuerza para sanar de nuestras propias rupturas y traumas emocionales.
Si sientes que el contacto cero te está doliendo más de lo que ayuda, no estás sola.
Hay otras formas de sanar sin quedarte atrapada ni obligarte a ser fuerte todo el rato.
Si necesitas acompañamiento y volver a ti, puedes escribirme por email a [email protected] o directamente por Whatsapp aquí: