
¿Has intentado de todo y sigues sin sentirte bien?
CONTACTAR POR WHATSAPP
Llevas años buscando respuestas. Has probado terapia tradicional, complementaria, cursos, libros, meditaciones, ejercicios, afirmaciones... todo.
Y, aun así, aquí estás. Con la misma sensación de vacío, de que algo no encaja del todo.
- "¿Por qué sigo igual si lo estoy intentando?"
- "¿Cómo puede ser que otras personas sanen y yo no?"
- "¿Y si el problema soy yo?"
- "Tal vez no haya solución para mí..."
Si te has repetido alguna de estas frases, necesitas saber esto:
No es que tú no puedas sanar.
No es que tú no tengas solución.
Lo que pasa es que te falta una pieza clave en este proceso.
El problema no eres tú, es cómo te han enseñado a sanar
Si sientes que nada te ha funcionado, puede que haya algo esencial en el proceso de sanación que nadie te ha contado:
Confundiste comprender con sanar. Revisar lo que ocurrió en tu infancia te da mucha claridad, pero si no aprendes a cambiar cómo te tratas en el presente, volverás al mismo punto una y otra vez.
Has estado buscando soluciones en lo externo sin trabajar lo interno. Pensaste que un cambio de rutina, una nueva técnica o incluso una nueva relación podrían hacerte sentir mejor, pero sin trabajar en lo que hay dentro, el alivio siempre ha sido parcial y/o temporal.
Creíste que sanar significaba dejar de sentirte mal inmediatamente. Cuando una terapia, del tipo que fuera, no trajo alivio instantáneo, pensaste que no funcionaba. Pero sanar no es eliminar el dolor de golpe, sino conseguir que deje de gobernar tu vida.
No encontraste a la persona adecuada para acompañarte. No todas las terapias ni todas las terapeutas funcionan para todas las personas. Tal vez no conectaste con quien te guiaba, o tal vez su enfoque no era el que realmente necesitabas.
Pensaste que el problema eras tú, no el enfoque. Después de intentarlo tantas veces sin éxito, llegaste a la conclusión de que eras incapaz de cambiar, en vez de pensar que simplemente no habías encontrado el camino adecuado para ti.
Te enfocaste en "controlar" tus emociones en vez de entenderlas. Aprendiste técnicas para gestionar tu malestar, pero nunca exploraste por qué estaba ahí en primer lugar, por lo que seguía volviendo.
Te han dicho que "el tiempo lo cura todo" y has esperado sin hacer cambios reales. El tiempo no sana. Lo que sana es lo que haces en ese tiempo.
Has confiado más en las herramientas que en ti misma. Meditación, constelaciones familiares, terapia, journaling, tapping... todo ayuda. Pero si dependes de ellas sin aprender a escucharte de verdad, solo son parches temporales.
Por qué sigues sintiéndote igual, aunque lo hayas intentado todo
Si llevas tiempo buscando ayuda y nada parece funcionar, no es porque haya algo mal en ti. Hay ciertos factores que pueden estar impidiendo que realmente avances en tu sanación. Veamos algunos:
Estás en modo "búsqueda constante" en lugar de integración. Cada vez que una terapia o técnica no te da el resultado que esperas de inmediato, buscas otra. Saltar de una a otra sin permitirte el tiempo para profundizar en ninguna puede hacer que nunca sientas un cambio real.
Has acumulado mucha información, pero no la has llevado a la acción. Has leído libros, visto vídeos, hecho cursos... pero sigues en el mismo punto. No porque la información no sea válida, sino porque la transformación no sucede solo con entender, sino con aplicar e integrar de verdad en tu vida esa práctica.
Tienes expectativas irreales sobre lo que significa "sanar". Si esperabas sentirte completamente bien en poco tiempo o que el proceso fuera siempre lineal y sin recaídas, es posible que hayas descartado terapias que sí podían ayudarte porque no encajaban con esa expectativa.
Estás enfocada en "hacer" más que en "ser". Si has pasado de una herramienta a otra sin parar, intentando "hacer" algo constantemente para sentirte mejor, tal vez necesites detenerte y aprender a estar contigo misma, en lugar de llenar el vacío con más ejercicios, técnicas o nuevas búsquedas.
Tu forma de pensar sigue atrapándote en los mismos patrones. Si crees que "no puedes cambiar", "esto no tiene solución" o "nadie me entiende", es probable que esa misma mentalidad esté bloqueando tu avance. No porque la creencia sea real, sino porque la mente busca confirmar lo que ya cree.
Sigues esperando la "solución mágica". En el fondo, puede que sigas esperando que alguien te dé la herramienta definitiva, esa que lo cambiará todo de un día para otro. Y como eso no sucede, crees que el problema eres tú, en vez de entender que sanar lleva su propio tiempo y requiere compromiso.
No has trabajado en tus emociones reprimidas. Es posible que hayas hecho ejercicios de introspección o técnicas para "gestionar" emociones, pero no te has permitido realmente sentirlas. A veces, el problema no es que la terapia no funcione, sino que nos resistimos a enfrentar lo que nos duele.
Has intentado sanar en solitario. Muchas mujeres intentan resolverlo todo por su cuenta porque tienen miedo de abrirse, o porque creen que deben "poder solas". Pero sanar no significa hacerlo aislada. A veces, la clave es que te dejes acompañar por alguien que pueda guiarte.
Entonces, ¿qué puedes hacer ahora?
- Deja de buscar "la terapia perfecta" y empieza a buscar "la persona adecuada".
Alguien que entienda tu proceso (que es único) y sepa cómo guiarte, en lugar de ofrecerte un método estándar. - Empieza a escuchar lo que tu cuerpo te está diciendo.
Si tu ansiedad, agotamiento o tristeza siguen ahí, es porque tu cuerpo no se ha sentido seguro aún para soltar el dolor. La persona adecuada te ayudará a que tu cuerpo comprenda que estás en un lugar seguro para poder abrirte y sanar. - No te conformes con entender, empieza a transformar.
El conocimiento sin acción no cambia nada. Aplicar lo que aprendes es la clave.
Ejercicio: Lo que sí ha funcionado
Voy a proponerte un ejercicio diferente.
Porque cuando nada parece funcionar, es fácil olvidar que algo sí ha cambiado en ti.
Paso 1: Coge un cuaderno y haz una lista de todas las terapias, técnicas o herramientas que has probado. No importa si fueron sesiones con una profesional, cursos, libros o ejercicios por tu cuenta.
Paso 2: Junto a cada una, escribe al menos una cosa (idealmente tres cosas) que aprendiste o que te sirvieron, aunque fuera solo un poco.
- ¿Hubo algún momento de claridad que te ayudó a ver algo de otra manera?
- ¿Hubo alguna técnica que, aunque no resolviera todo, sí te aportó un poco de alivio en algún momento?
- ¿Aprendiste algo sobre ti misma que antes no sabías?
- ¿Fue quizá una palanca que te llevó hasta donde estás ahora y te ayudó a tener más claro qué camino tomar?
Paso 3: Ahora, subraya lo que realmente te ha servido y qué partes sigues necesitando trabajar.
No subestimes lo que ya has avanzado. Porque ese avance es lo que te está acercando a la solución que buscas.
Este ejercicio te ayudará a darte cuenta de que no has fracasado, sino que has ido recopilando piezas del puzzle.
Ahora, ¡solo necesitas encontrar cómo encajarlas!
No te rindas ahora
Sanar no es encontrar la terapia perfecta. Es aprender a reconstruirte desde dentro, con el apoyo adecuado.
Si sientes dentro de ti que quizá soy la persona que puede acompañarte mejor en tu viaje, puedes escribirme por email a [email protected] o directamente por Whatsapp aquí: