
La trampa de esperar a que te perdonen para dejar de sentir culpa
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¿Alguna vez has sentido que no puedes dejar de culparte por algo hasta que la otra persona te diga que está bien?
Tal vez hiciste algo que crees que estuvo mal, dijiste algo que no debiste decir o tomaste una decisión que afectó a alguien más.
Y ahora, por más que pase el tiempo, sigues esperando.
Esperando que esa persona te diga:
“Te perdono.”
“No pasa nada.”
“No fue tan grave.”
Porque solo entonces, crees que podrías soltar la culpa y sentirte en paz.
Pero aquí está la trampa: esperar a que alguien te perdone para dejar de sentir culpa te mantiene atrapada en un ciclo sin salida.
Y al ser mujer, esta carga es aún más grande.
Las mujeres hemos sido educadas para ser cuidadoras emocionales, para estar siempre pendientes de los demás y para no molestar, no herir, no incomodar.
Desde pequeñas nos enseñaron que nuestro valor está en cómo hacemos sentir a los demás.
Si alguien está triste, es nuestra responsabilidad animarle.
Si alguien se enfada, es porque hicimos algo mal.
Si alguien sufre, es porque no hicimos lo suficiente.
Así que cuando ocurre un conflicto, el peso de la culpa recae sobre nosotras de manera automática.
¿Por qué esperas el perdón de los demás?
Si sientes que necesitas que alguien más te perdone para poder soltar la culpa, puede que estés cayendo en uno de estos patrones:
Crees que la culpa desaparece cuando la otra persona lo decide.
Si esa persona te dice “no pasa nada”, sientes alivio. Pero si nunca lo hace, la culpa se queda contigo. Y eso significa que el poder de tu paz interior está en manos de otra persona.
Te han enseñado que el perdón viene de fuera, no de dentro.
Desde pequeñas nos han educado con frases como "pide perdón y ya está", como si la validación externa fuera lo único que puede cerrar un conflicto. Pero, ¿qué pasa cuando la otra persona no te lo da?
Confundes culpa con responsabilidad.
Es normal sentir responsabilidad cuando algo que hicimos afectó a alguien más. Pero una cosa es asumirlo y otra es arrastrar la culpa durante años.
Crees que si no sientes culpa, entonces no te importa.
Muchas mujeres creen que dejar de sentirse culpables es sinónimo de ser frías, insensibles o egoístas. Pero soltar la culpa no significa que no te importe. Significa que eliges avanzar en lugar de quedarte atrapada en el sufrimiento.
Asumes el rol de “la buena” incluso a costa de ti misma.
Las mujeres hemos sido socializadas para ser las que ceden, las que concilian, las que ponen paz.
Si creciste escuchando que tenías que ser comprensiva y evitar conflictos, es normal que ahora sientas que si alguien está enfadado contigo, es porque tú hiciste algo mal.
¿Cuántas veces has terminado pidiendo perdón por algo que ni siquiera era tu culpa?
¿Cuántas veces has asumido la responsabilidad del bienestar de los demás, incluso cuando nadie te lo pidió?
La culpa no solo viene de lo que hicimos, sino de todo lo que creemos que deberíamos haber hecho mejor.
Lo que nadie te dice sobre el perdón (y por qué no puedes depender de él)
Si crees que necesitas que alguien más te perdone para soltar la culpa, esto es lo que debes saber:
El perdón no siempre llega.
A veces la otra persona no quiere perdonar, no está preparada o simplemente ha seguido adelante sin darte un cierre. Puede que directamente no crea que debas pedirle perdón o incluso que le dé vergüenza hablar de ello.
¿Vas a quedarte atrapada esperando?
A veces, aunque te perdonen, sigues sintiéndote culpable.
¿Cuántas veces te han dicho "ya pasó, no te preocupes" y aún así sigues sintiendo culpa? Porque el problema no es solo lo que la otra persona diga, sino lo que tú crees sobre ti misma.
Depender del perdón de otros te deja sin control sobre tu propia sanación.
Si esperas que la validación externa borre la culpa, tu bienestar siempre dependerá de lo que otros piensen o digan. Imagínate que esa persona está muerta y que aunque quisiera, no podría aceptar tu perdón. No podría decir que "todo está bien".
El perdón más importante es el que te das a ti misma.
No necesitas un permiso externo para soltar la culpa. Puedes darte a ti misma la compasión que buscas fuera.
La culpa no implica necesariamente que hayas hecho algo "malo". Pero te voy a poner un ejemplo para que veas cómo muchas veces es justo al revés.
Imagínate que tienes una relación con una persona que cuando se enfada, te deja de hablar durante una semana y cuando intentas hablar con él y arreglar las cosas porque sufres con ese silencio con el que te castiga, él te dice que es culpa tuya, que le provocaste, que blablabla.
¿Realmente has hecho algo malo? No.
¿Tiene sentido sentirte (valga la redundancia) culpable? No.
Es, otra persona intentando hacerte sentir mal y culpable por algo de lo que ni siquiera eres responsable. Ojo cuidado con esto.
La culpa como carga cultural en las mujeres
Si eres mujer, es posible que la culpa no solo sea una emoción que sientes en ciertos momentos, sino que la lleves encima como una segunda piel.
Desde pequeñas, nos enseñan que debemos ser buenas hijas, buenas amigas, buenas parejas, buenas madres, buenas trabajadoras. Y cuando sientes que fallas en alguna de estas áreas, la culpa te inunda.
Mientras que a los hombres se les educa para ser independientes y priorizarse, a nosotras nos enseñan que pensar en nosotras mismas es egoísta. Y claro, si cada vez que pones límites, priorizas tu bienestar o dices “no”, sientes culpa… ¿cómo no ibas a quedarte atrapada en este bucle?
Ejercicio: suelta la culpa en 3 pasos
Paso 1: Identifica de dónde viene tu culpa
En un cuaderno, responde estas preguntas:
¿Qué situaciones te generan culpa con más frecuencia? (Poner límites, no ayudar lo suficiente, equivocarte en el trabajo, decir “no” a tu familia, etc.)
¿Recuerdas algún momento en la infancia donde te hicieron sentir que “debías” sentir culpa por algo?
¿Quiénes te inculcaron estas creencias? ¿Tus padres, profesoras, parejas, la sociedad?
Paso 2: Escribe una carta liberadora
Escribe una carta dirigida a la persona, institución o creencia que te hizo sentir que debías vivir con culpa. Puedes comenzar así:
"Hoy dejo de cargar con la culpa de sentirme insuficiente. No me define lo que no pude hacer, lo que no dije o lo que no fui. Aprendí a sentirme culpable por cosas que no eran mi responsabilidad, pero hoy elijo liberarme." (Ajústalo como necesites para tu caso en particular)
Paso 3: Ritual simbólico de liberación
Puedes romper la carta, quemarla o guardarla en un sitio donde no la veas a diario, como un símbolo de que esa culpa ya no te pertenece porque está fuera de ti.
¿Por qué funciona esto?
Porque la culpa no solo se racionaliza; también necesita ser sentida y expresada. Al escribir y hacer un acto simbólico, ayudas a tu cerebro a cerrar esa herida.
¿Sabes diferenciar cuándo la culpa es útil y cuándo solo es un mecanismo aprendido que te está limitando?
Culpa sana: Te ayuda a reflexionar sobre tus acciones y a hacer cambios positivos.
Culpa destructiva: Te paraliza, te hace sentir insuficiente y te impide avanzar, incluso cuando no has hecho nada malo.
Pregúntate:
¿Esta culpa me está ayudando a mejorar algo real en mi vida, o solo me está hundiendo en reproches sin sentido?
¿Si una amiga estuviera en mi lugar, le diría que se sienta culpable, o la animaría a soltarse?
No necesitas que alguien más te diga que está bien para sentirte en paz
Soltar la culpa no significa ni olvidar ni minimizar.
Significa permitirte avanzar sin seguir castigándote por el pasado.
Recuerda: No puedes controlar lo que la otra persona siente, pero sí puedes decidir qué haces con lo que sientes tú.
Hoy elijo soltar la culpa que no me pertenece.
Hoy decido dejar de pedir permiso para priorizarme.
Hoy entiendo que ser buena persona no significa cargar con culpas que no son mías.
Escribe este tipo de frases en un post-it y pégalo en un sitio visible para que te ayude a reconfigurar esa mentalidad de culpa constante.
Si necesitas ayuda para aprender a soltar la culpa puedes escribirme por email a [email protected] o directamente por Whatsapp aquí: